Empezamos un nuevo año litúrgico. Se acerca la Navidad y antes celebraremos este tiempo de preparación a la misma llamado Adviento. Es una oportunidad más al conocimiento de Jesús, a acercarnos a su persona que desde lo más humilde nos mostrará. Aprovechemos pues este espacio que la iglesia nos regala para prepararnos.
Les dejo con el enlace de las lecturas de este domingo, el vídeo habitual y además una pequeña reflexión sobre el adviento.
"Adviento: el
tiempo de la venida del Señor. Eso significa la palabra latina adventus: venida,
advenimiento. Una palabra que se aplicaba especialmente a la llegada de algún
personaje importante, y que ahora nosotros dedicamos al único personaje
realmente importante, Jesús.
Al inicio del año litúrgico,
preparando la celebración de la Navidad, dedicamos unas semanas a contemplar esta
venida: a esperarla, a desearla, a prepararla en nuestras
vidas y, en definitiva, a celebrarla.
Porque, ciertamente, al tiempo que
anhelamos que venga el Señor, y nos queremos convertir para ser
para él «un pueblo bien dispuesto», ya podemos también vivir la alegría de su
presencia en nuestras vidas.
Porque esta venida
del Señor no es la ficción de estar esperando como si fuésemos los
hombres y mujeres del Antiguo Testamento que no habían visto aún al Mesías.
Nosotros sí lo hemos
visto, nosotros hemos conocido ya su venida en nuestra
historia, hace dos mil años, en Belén. Pero esta venida histórica,
que conmemoramos en la Navidad, deja en nosotros el anhelo de una
venida más plena.
Y por ello, decimos
que el Adviento celebra una triple venida del Señor:
En primer lugar, la histórica, cuando asumió
nuestra misma carne para hacer presente en el mundo la Buena Noticia de Dios.
En segundo lugar, la que se
realiza ahora, cada día, a través de la Eucaristía y de los demás
sacramentos, y a través de tantos y tantos signos de su presencia, comenzando
por el signo de los hermanos, y de los hermanos pobres.
Y finalmente, en
tercer lugar, la venida definitiva, al final de los
tiempos, cuando llegará a plenitud el Reino de Dios en la vida eterna.
Todo esto celebramos
en el tiempo de Adviento. Y lo celebramos como en una gradación: Primero, los primeros días, el interés
principal se dirige hacia la venida definitiva al final de los tiempos, con
la llamada a la vigilancia para estar bien dispuestos; luego, nos centramos más en la venida cotidiana, que vemos marcada por
los anuncios del precursor Juan Bautista y su invitación a preparar el camino del Señor;
y finalmente, sobre todo a partir del día 17 de diciembre, nuestra
mirada se fija ya de lleno en la espera del nacimiento de Jesús en Belén, acompañados por la
figura amorosa de María y también de su esposo José.
Y todo ello, acompañado
a lo largo de todo el tiempo por los oráculos de Isaías y de los demás
profetas, que nos hacen vivir en constante actitud de gozosa espera".