En las comunidades cristianas necesitamos vivir una experiencia nueva de
Jesús reavivando nuestra relación con él. Ponerlo decididamente en el centro de
nuestra vida. Pasar de un Jesús confesado de manera rutinaria a un Jesús acogido
vitalmente. El evangelio de Juan hace algunas sugerencias importantes al hablar
de la relación de las ovejas con su Pastor.
Lo primero es “escuchar su voz” en toda su frescura y originalidad. No con
fundirla con el respeto a las tradiciones ni con la novedad de las modas. No
dejarnos distraer ni aturdir por otras voces extrañas que, aunque se escuchen en
el interior de la Iglesia, no comunican su Buena Noticia.
Es importante sentirnos llamados por Jesús “por nuestro nombre”. Dejarnos
atraer por él personalmente. Descubrir poco a poco, y cada vez con más alegría,
que nadie responde como él a nuestras preguntas más decisivas, nuestros anhelos
más profundos y nuestras necesidades últimas.
Es decisivo “seguir“ a Jesús. La fe cristiana no consiste en creer cosas
sobre Jesús, sino en creerle a él: vivir confiando en su persona. Inspirarnos en
su estilo de vida para orientar nuestra propia existencia con lucidez y
responsabilidad.
Este es el enlace de la liturgia de la palabra. También tienes el vídeo para que lo veas en familia.
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